"Érase Quesera II"
Cuando Quesera no estaba con Perchén, era porque estaba con Lolo, un muchacho de doce años, al que admiraba y respetaba muchísimo por su increíble iteligencia (entre otras cosas). Quesera opinaba que Lolo tenía razonamientos de chico de quinceavo curso (si es que tal cosa existía, porque la muchacha, que cursaba segundo, no tenía muy claro qué era lo que venía después del octavo curso).Era evidente que Lolo disfrutaba con la compañía de Quesera porque ésta le hacía reir. A Loló también le unía una gran amistad con Perchén, que era tan gracioso y divertido.
Daba gusto encontrarse con Perchén y Lolo por ahí, sumidos en una de sus profundas conversaciones, cuando nadie diría que les separaban tantos años de intervalo generacional, de no ser evidente por la diferencia de estaturas (hay que decir que para colmo, Perchén era un niño muy bajito para su edad, mientras que Lolo era el más alto de su clase). Quesera disfrutaba a menudo observándolos sin que ellos se dieran cuenta, y se decía para sí misma mientras sonreía: "Lolo y Perchén, éso sí que suena bien..."
A veces, a la salida de la escuela, se juntaban los tres amigos para volver juntos a sus respectivas casas, mientras charlaban distendidamente. Formaban un grupo de lo más heterogéneo, aunque lógico, ya que Lolo era un chico demasiado profundo y melancólico, que a menudo necesitaba a alguien que le hiciera reir, trabajo para el que tanto Perchén como Quesera, estaban más que cualificados. A Quesera a veces se le antojaba que Lolo era uno de esos genios que aparecen una o dos veces cada cien años y terminan suicidándose por falta de comprensión o amor a la edad de treinta y cinco, dejando tras de sí una serie de magníficas obras que le convierten en inmortal.
(Querido lector, ¿se asombra usted de que Quesera no pensara que Perchén fuese otro genio?, pues no se me asombre que, como ya señalé anteriormente, Quesera opinaba que Perchén era un niño superdotado, y, señor mío, tanto a mi entender como al de Quesera, eso no tiene ningún mérito.)
De camino a casa se solían encontrar con Jaime el jardinero, trabajando siempre en alguno de los preciosos jardines que las gentes dejaban a su cuidado. Entonces, los tres colegiales le saludaban alegremente, él les contaba alguna de sus divertidas anécdotas, hasta que Loló y Perchén decidían continuar su camino, dejando allí a Quesera, que tenía la costumbre de quedarse un ratito más hablando con Jaime.
A pesar de que no le había resultado fácil (le había costado algún berriche y pataleta que otro reclamando su atención), Quesera había conseguido hacerse muy buena amiga de Jaime y que éste la apreciara y la tuviera en cuenta realmente. Se podía decir que a estas alturas del cuento, Jaime era el mejor amigo de Quesera y viceversa. Confiaban plenamente el uno en el otro, y se contaban todas sus penas, preocupaciones, logros y anhelos.
Él era la única persona que realmente la trataba como a una chica mayor.
Jaime tenía el sueño de ganar el suficiente dinero para irse a Estados Unidos a aprender "Negocios", donde conseguiría un buen puesto en una multinacional. Pero Quesera sabía que aunque su amigo sería capaz de conseguir todo aquello que se propusiera, no aguantaría el pasar demasiado tiempo lejos de Ansarme del Tuérnamo, donde tarde o temprano regresaría y se haría famoso como arquitecto paisajista (ella, por si las moscas, ya le había mirado por Internet una buena academia en Madrid).
Además de todo, Quesera sospechaba que Jaime estaba secretamente enamorado de Toni (su bella hermana), y aunque sabía que a Toni no le desagradaba el muchacho, pensaba que ella estaba demasiado ocupada con tanto pretendiente, y nunca se enamoraría de él.
Sí, Toni no sólo había sido la chica más guapa de Rindormo, sino que ahora también lo era de Ansarme del Tuérnamo, aunque apenas se le viera el precioso pelo por allí.
Jaime, sin embargo, aunque era un muchacho bastante guapete y atractivo, siempre se estaba quejando de tener poco éxito entre las féminas, lo cual no dejaba de asombrar a Quesera, que lo achacaba a su timidez y falta de palabras cuando una chica guapa se hallaba cerca. A Quesera esas cosas le causaban sentimiento de impotencia, y opinaba que si ella tuviera dieciséis años se habría enamorado profundamente de él. A Jaime le hacían mucha gracia las cosas de Quesera, y se sentía muy halagado.
(Continuará...)
Daba gusto encontrarse con Perchén y Lolo por ahí, sumidos en una de sus profundas conversaciones, cuando nadie diría que les separaban tantos años de intervalo generacional, de no ser evidente por la diferencia de estaturas (hay que decir que para colmo, Perchén era un niño muy bajito para su edad, mientras que Lolo era el más alto de su clase). Quesera disfrutaba a menudo observándolos sin que ellos se dieran cuenta, y se decía para sí misma mientras sonreía: "Lolo y Perchén, éso sí que suena bien..."
A veces, a la salida de la escuela, se juntaban los tres amigos para volver juntos a sus respectivas casas, mientras charlaban distendidamente. Formaban un grupo de lo más heterogéneo, aunque lógico, ya que Lolo era un chico demasiado profundo y melancólico, que a menudo necesitaba a alguien que le hiciera reir, trabajo para el que tanto Perchén como Quesera, estaban más que cualificados. A Quesera a veces se le antojaba que Lolo era uno de esos genios que aparecen una o dos veces cada cien años y terminan suicidándose por falta de comprensión o amor a la edad de treinta y cinco, dejando tras de sí una serie de magníficas obras que le convierten en inmortal.
(Querido lector, ¿se asombra usted de que Quesera no pensara que Perchén fuese otro genio?, pues no se me asombre que, como ya señalé anteriormente, Quesera opinaba que Perchén era un niño superdotado, y, señor mío, tanto a mi entender como al de Quesera, eso no tiene ningún mérito.)
De camino a casa se solían encontrar con Jaime el jardinero, trabajando siempre en alguno de los preciosos jardines que las gentes dejaban a su cuidado. Entonces, los tres colegiales le saludaban alegremente, él les contaba alguna de sus divertidas anécdotas, hasta que Loló y Perchén decidían continuar su camino, dejando allí a Quesera, que tenía la costumbre de quedarse un ratito más hablando con Jaime.
A pesar de que no le había resultado fácil (le había costado algún berriche y pataleta que otro reclamando su atención), Quesera había conseguido hacerse muy buena amiga de Jaime y que éste la apreciara y la tuviera en cuenta realmente. Se podía decir que a estas alturas del cuento, Jaime era el mejor amigo de Quesera y viceversa. Confiaban plenamente el uno en el otro, y se contaban todas sus penas, preocupaciones, logros y anhelos.
Él era la única persona que realmente la trataba como a una chica mayor.
Jaime tenía el sueño de ganar el suficiente dinero para irse a Estados Unidos a aprender "Negocios", donde conseguiría un buen puesto en una multinacional. Pero Quesera sabía que aunque su amigo sería capaz de conseguir todo aquello que se propusiera, no aguantaría el pasar demasiado tiempo lejos de Ansarme del Tuérnamo, donde tarde o temprano regresaría y se haría famoso como arquitecto paisajista (ella, por si las moscas, ya le había mirado por Internet una buena academia en Madrid).
Además de todo, Quesera sospechaba que Jaime estaba secretamente enamorado de Toni (su bella hermana), y aunque sabía que a Toni no le desagradaba el muchacho, pensaba que ella estaba demasiado ocupada con tanto pretendiente, y nunca se enamoraría de él.
Sí, Toni no sólo había sido la chica más guapa de Rindormo, sino que ahora también lo era de Ansarme del Tuérnamo, aunque apenas se le viera el precioso pelo por allí.
Jaime, sin embargo, aunque era un muchacho bastante guapete y atractivo, siempre se estaba quejando de tener poco éxito entre las féminas, lo cual no dejaba de asombrar a Quesera, que lo achacaba a su timidez y falta de palabras cuando una chica guapa se hallaba cerca. A Quesera esas cosas le causaban sentimiento de impotencia, y opinaba que si ella tuviera dieciséis años se habría enamorado profundamente de él. A Jaime le hacían mucha gracia las cosas de Quesera, y se sentía muy halagado.
(Continuará...)
3 comentarios
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